Algunas personas hablan de las bondades ecológicas de la rafia natural y consideran que es mejor que su versión sintética, no obstante omiten que el polipropileno es uno de los mejores polímeros para reciclar. Tiene un papel crucial el proceso de extrusión para obtener fibras de calidad y listas para usarse en sacos, telas, entre otros productos.
Importancia del reciclaje de polipropileno
El polipropileno es el material plástico de envasado más popular, debido a su fuerza y punto de fusión. Es también un plástico de consumo reusable y, pese a ello, no muchos lo usan como material post consumo. Los envases fabricados con él suelen ser desechables y tienen una corta vida útil, por lo que terminan comúnmente en los vertederos. Su proceso de degradación es lento y tardan entre 20 y 30 años aproximadamente en descomponerse totalmente.
Los productos fabricados con él presentan excelentes propiedades, como la rafia, que es versátil y resistente, no obstante son objeto de preocupación ambiental. Algunas empresas usan aditivos, como el cadmio, que afecta a los biosistemas, además algunas personas los queman por pereza, lo que libera sustancias, como cloruro de vinilo o dioxinas.
Afortunadamente, la situación puede controlarse, ya que hay fabricantes que aplican controles para fabricar productos con mínimos impactos ambientales e implementan estrategias de reciclaje, que son una solución ecológica y rentable. La rafia es un ejemplo de producto sometido a estrictos controles para garantizar su calidad incluso tras varios ciclos de reuso.
Hay empresas que consideran a la rafia natural como una solución. Destaca por su resistencia y su rápida degradación, no obstante no satisface las necesidades de varias industrias y comercios, que utilizan productos de envasado, sujeción y protección bajo condiciones rudas. Afortunadamente, el polipropileno tiene un gran potencial como material sostenible. Tienen que considerarse varios factores para que sea económicamente viable.
El papel de la extrusión en el reciclaje
El reciclaje de polipropileno implica una serie de pasos, que abarca la recolección, clasificación, limpieza, reprocesamiento y producción. En ella, la extrusión, que es diferente de la inyección, se realiza en la fase de reprocesamiento. Se necesita el apoyo de distintas empresas que colaboren para hacer efectivo usar el material de forma sustentable. Las empresas recolectoras acuden primero a distintas instalaciones donde se usen, como almacenes.
Posteriormente, lo separan de otros plásticos, mediante diversos métodos. El más común es aprovechar su densidad específica, que le permite flotar mientras que otros polímeros se hunden. Otra técnica está basada en el índice de flujo de fusión y otra en la disolución y precipitación del polímero. Hay formas más sencillas para identificarlo, como usar radiación infrarroja cercana (NIR, por sus siglas en inglés). Esta tecnología sofisticada tiene limitaciones, por ejemplo, no funciona con plásticos oscuros, debido a que absorben la radiación.
Posteriormente, sigue el reprocesamiento, que incluye la fusión a temperaturas mayores que 200 °C en un proceso conocido como extrusión, que es crucial para obtener pellets, es decir, gránulos de polipropileno, que pueden usarse para fabricar costales de rafia. Es una etapa necesaria en el proceso de reciclaje mecánico, que con tecnologías específicas, como la extrusora, permite conseguir materiales reciclados de alta calidad.
El proceso implica tres tecnologías novedosas. Nos centraremos aquí en la extrusora. Su principal función es fundir el polipropileno. Antes de ello, tiene que triturarse en escamas finas por medio de un proceso conocido como molturación, que requiere usar un tornillo giratorio y calentado. Pueden ser un tornillo o dos, según la fineza requerida.
La extrusora también elimina los componentes gaseosos en el polímero, que son provocados por pigmentos o contaminantes, lo que impacta positivamente al medio ambiente y garantiza resultados excelentes. Cuanto más homogéneo y puro sea el producto obtenido, mejor será el resultado. Por tal motivo, es una fase crucial, junto al lavado y descontaminación de los residuos.
Después del reprocesamiento, sigue la granulación para usarlo y obtener distintos productos, como la rafia blanca. Por último, el material resulta afectado por la propiedad térmica. Consiste en una propiedad que compromete la intensidad estructural de los plásticos y ocurre, debido al debilitamiento entre los enlaces de carbono e hidrógeno.
La degradación presenta variaciones al usar el polipropileno; sin embargo, suelen considerar cuatro posibles bucles cerrados de reciclaje antes de que sea perceptible el impacto perjudicial de la degradación térmica. Por último, el material reciclado se mezcla con material virgen en distintos porcentajes (comúnmente 50%) para iniciar el proceso de producción.
Como notarán, la extrusión forma parte de un círculo virtuoso y permite dar una vida nueva al polipropileno. Gracias a él, las empresas con necesidades especiales no deben someterse a las limitaciones de la rafia natural para volverse sustentables.
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